Cuando se
casó mi hija, en pleno baile, mi sobrina salió al coche a buscar unos zapatos
bajos para poder bailar… pero, cuando llegó al coche ¡se lo habían robado!
En lugar de
entristecerse y salir corriendo a comisaría, siguió, seguimos bailando y no fue
a denunciarlo hasta que la fiesta acabó (serían las 4 de la mañana).
Hace de esto
ocho años y aún no ha aparecido el coche, pero lo bien que lo pasamos no nos lo
quita nadie.

Hace muchos
muchos años que es alumna de la Escuela Popular y su hambre de aprender y
sonreír no tiene fin!
21/I/2016
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